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«El alma cuántica»

  • Foto del escritor: luzblanca75
    luzblanca75
  • 8 abr 2022
  • 2 Min. de lectura

El alma definida como una sustancia espiritual e inmortal es un elemento sempiterno e infinito que prevalece en el tiempo, incluso trasciende más allá del proceso denominado muerte. Según Platón, el alma se asemeja a un carro alado tirado por dos corceles, uno blanco y otro negro. El negro simbolizaría el ego, los deseos y aferramientos. El alma, así representada, reside en un lugar celestial, un templo sagrado donde existe antes de encarnar o de manifestarse en esta dimensión física de carbono. Reside en este lugar contemplando el mundo inteligible de las ideas.


El alma es una esencia invisible, inmaterial, espiritual y supraterrenal. Posee conocimientos apriorísticos, no adquiridos por la experiencia terrenal. Ésto es una prueba de la preexistencia del alma humana, de su inmortalidad. El fin del alma encarnada es purificarse de la materia, del ego y elevarse al mundo contemplativo divino.


El alma se asemeja a la gran consciencia cósmica, posee su misma estructura organizativa, contiene en su interior toda la información cuántica divina. El alma, en origen un cristal de luz de energía vibrante, una minúscula chispa divina procedente de la fuente creadora, es el paquete de información fotónica más pequeño de energía, de consciencia vibrante, un quantum de luz, una ramificación de la gran conciencia universal.


La conciencia encarnada, el alma cuántica reside en los microtúbulos cerebrales. Durante toda la encarnación está conciencia vibrante presenta una radiación o emisión cósmica que impregna todos los cuerpos sutiles, así como el campo aúrico con una energía de vibración o resonancia específica.


En el proceso de transmigración del alma, este alma cuántica no se destruye, se desvincula del cordón umbilical plateado que le une al cuerpo físico y emprende un viaje espiritual, elevándose al espacio cósmico, al universo. Según las leyes de la mecánica cuántica la información de los microtúbulos cerebrales no puede ser destruida. Toda esa información retorna al universo.


Los elementos estructurales microcóspicos de las neuronas, los denominados microtúbulos, entran en estado de superposición cuántica. La realidad surgiría cuando la superposición colapsa en un estado, superando cierto nivel umbral. Este colapso crearía la conciencia.


El multiverso podría haberse iniciado como un gigantesco sistema cuántico y haberse expandido, a través de fenómenos y eventos cuánticos, hasta que la materia fue capaz de integrar en sí misma estos paquetes de información. Esta consciencia colapsó la realidad cuántica creando la realidad que estamos experimentando en esta dimensión.


Podríamos acceder a la llave del quantum, estudiando todos aquellos fenómenos o eventos pertenecientes o relativos a los estados cuánticos de las partículas: cómo almacenan energía, mecanismos de creación de partículas, sus giros y movimientos; diferentes energías de traducción, de rotación, potencial y cinética; teoría de las olas, diagramas de niveles de energía, matemáticas de la estructura atómica y molecular, la dualidad onda corpúsculo, ecuaciones de ondas estacionarias, principio de incertidumbre, propagación de paquetes de ondas, oscilación armónica o vibración.


Los fotones son partículas de luz emitidas en paquetes discretos de energía, siguiendo una frecuencia o longitud de onda oscilatoria en forma de olas. Estas olas pueden propagarse a lo largo del cosmos, dar lugar a diferentes eventos o singularidades.


Maria Carmen Echarri Yábar

 
 
 

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